Leyendas Cortas
Acerca de Flores
Acerca de Flores
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La flor es un objeto importante para los seres humanos. A través de la
historia y de las diferentes culturas, la flor siempre ha tenido un
lugar en las sociedades humanas, ya sea por su belleza intrínseca o por
su simbolismo. De hecho, cultivamos especies para que nos provean flores
desde hace más de 5.000 años y, actualmente, ese arte se ha
transformado en una industria en continua expansión: la floricultura.
En todas las culturas alrededor del mundo, hasta donde se tienen registros históricos, las flores han provisto información emocional entre los seres humanos. En las cuevas de neandertales se ha hallado polen (la parte de la flor más difícil de corromper a través del tiempo) y se ha sugerido que las flores eran parte del ceremonial para rendir homenaje a sus difuntos, si bien tal significado todavía está en discusión.
Además de por su belleza, simbolismo religioso y su asociación con el poder, las flores también han sido utilizadas como medio de comunicación. El romanticismo de fines del siglo XIX, rescató el llamado lenguaje de las flores que fuera desarrollado en el siglo previo por los burgueses alemanes, con el objeto de comunicar mensajes específicos a amigos y amantes, para lo que se escribieron libros que explicaban el significado de cada flor. Ejemplos de este "simbolismo floral" son: lila, «corramos al altar antes que la juventud se acabe»; rosa, «bella como una flor»; altramuz, «encanto celestial e inteligencia hallé en tu corazón»; girasol, «tu amor es para mi vida lo que el sol para esta flor»; cebolla, «me repugnas»; saúco, «cada vez te siento más fría»; pétalo de rosa roja, «sí»; de rosa blanca, «no». El profundo y cautivante significado que la flor representa universalmente no ha sido dejado de lado por novelistas y poetas de todos los tiempos quienes se han valido de ella para titular muchas de sus obras
La reina Luisa de Prusia fue una hermosa dama, de gran valor. El emperador Napoleón Bonaparte invadió su país, se apoderó de él, y oprimió al pueblo, pero la soberana luchó valientemente contra el osado invasor. Sin embargo, al fin, el enemigo tomó la capital, Berlín, y la reina, que tras muchas penalidades pudo escapar con sus hijos, fue a esconderse en un campo cubierto de acianos.
Los niños, asustados, empezaron a llorar. Entonces la reina Luisa, temiendo que alguien los oyera y los descubriera, cogió algunas de aquellas florecitas azules, hizo con ellas coronas y guirnaldas para los pequeños príncipes, y logró así distraerlos.
Uno de ellos se llamaba Guillermo, y algunos años después derrotó al sobrino de Napoleón. Proclamado primer emperador de Alemania, tomó como símbolo el aciano.
LA ANEMONA
Existía en antiguos tiempos la ninfa de las flores, cuyo nombre era Cloris, y a su jardín solía acudir el espíritu del viento de Occidente, Céfiro, enamorado de ella. Vivían en ese jardín otras muchas ninfas, y, entre ellas, una jovencita llamada Anémona. Un día Céfiro, demostrando poca afición por Cloris, comenzó a cortejar a la gentil Anémona. Cloris, celosa e irritada, arrojó a Anémona de su jardín, para que pereciera en los bosques salvaj es.
Por fortuna, un día Céfiro pasó por allí y viendo a la pobre Anémona moribunda, la convirtió en la graciosa flor que crece al pie de los árboles en primavera.
EL CRISANTEMO
En la Selva Negra, Alemania, vivía un campesino llamado Hermann. La víspera de Navidad, cuando regresaba a su casa, encontró a un niño pequeño tendido sobre la nieve. Lo tomó en brazos y lo condujo al modesto hogar donde le aguardaban su esposa y sus hijos, quienes, compadeciéndose del pobre niño, compartieron alegremente con él la humilde cena que tenían preparada para aquella festividad.
El pequeño forastero permaneció toda la noche en la cabaña, y a la mañana siguiente, después de revelar que era el Niño Jesús, desapareció. Cuando volvió a pasar Hermann por el lugar donde había encontrado al Niño, vio que habían nacido entre la nieve unas flores hermosísimas. Tomó un buen puñado de ellas, las llevó a su esposa, y les dio el nombre de crisantemo, esto es, flores de Cristo o más propiamente todavía, “flores de oro”.
LA ROSA DE JERICÓ
La rosa de Jericó se conoce tambien con el nombre de flor de la Resurrección”, pues se le atribuye la propiedad de volver a la vida.
Se dice que en aquellos días en que José y María huyeron de Belén con el Niño Jesús, para salvarlo de la degollación de los inocentes ordenada por el rey Herodes, la Sagrada Familia atravesó las llanuras de Jericó. Cuando la Virgen bajó del asno que montaba, esta florecilla brotó a sus pies para saludar al Salvador.
Durante la vida del Salvador en la tierra, el rosal de Jericó siguió floreciendo, pero cuando el Señor expiró en la cruz, todas sus rosas se secaron y murieron al mismo tiempo que El. Sin embargo, tres días después, Cristo resucitó, y las rosas de Jericó volvieron a la vida.
En todas las culturas alrededor del mundo, hasta donde se tienen registros históricos, las flores han provisto información emocional entre los seres humanos. En las cuevas de neandertales se ha hallado polen (la parte de la flor más difícil de corromper a través del tiempo) y se ha sugerido que las flores eran parte del ceremonial para rendir homenaje a sus difuntos, si bien tal significado todavía está en discusión.
Además de por su belleza, simbolismo religioso y su asociación con el poder, las flores también han sido utilizadas como medio de comunicación. El romanticismo de fines del siglo XIX, rescató el llamado lenguaje de las flores que fuera desarrollado en el siglo previo por los burgueses alemanes, con el objeto de comunicar mensajes específicos a amigos y amantes, para lo que se escribieron libros que explicaban el significado de cada flor. Ejemplos de este "simbolismo floral" son: lila, «corramos al altar antes que la juventud se acabe»; rosa, «bella como una flor»; altramuz, «encanto celestial e inteligencia hallé en tu corazón»; girasol, «tu amor es para mi vida lo que el sol para esta flor»; cebolla, «me repugnas»; saúco, «cada vez te siento más fría»; pétalo de rosa roja, «sí»; de rosa blanca, «no». El profundo y cautivante significado que la flor representa universalmente no ha sido dejado de lado por novelistas y poetas de todos los tiempos quienes se han valido de ella para titular muchas de sus obras
EL ACIANO
La reina Luisa de Prusia fue una hermosa dama, de gran valor. El emperador Napoleón Bonaparte invadió su país, se apoderó de él, y oprimió al pueblo, pero la soberana luchó valientemente contra el osado invasor. Sin embargo, al fin, el enemigo tomó la capital, Berlín, y la reina, que tras muchas penalidades pudo escapar con sus hijos, fue a esconderse en un campo cubierto de acianos.
Los niños, asustados, empezaron a llorar. Entonces la reina Luisa, temiendo que alguien los oyera y los descubriera, cogió algunas de aquellas florecitas azules, hizo con ellas coronas y guirnaldas para los pequeños príncipes, y logró así distraerlos.
Uno de ellos se llamaba Guillermo, y algunos años después derrotó al sobrino de Napoleón. Proclamado primer emperador de Alemania, tomó como símbolo el aciano.
LA ANEMONA
Existía en antiguos tiempos la ninfa de las flores, cuyo nombre era Cloris, y a su jardín solía acudir el espíritu del viento de Occidente, Céfiro, enamorado de ella. Vivían en ese jardín otras muchas ninfas, y, entre ellas, una jovencita llamada Anémona. Un día Céfiro, demostrando poca afición por Cloris, comenzó a cortejar a la gentil Anémona. Cloris, celosa e irritada, arrojó a Anémona de su jardín, para que pereciera en los bosques salvaj es.
Por fortuna, un día Céfiro pasó por allí y viendo a la pobre Anémona moribunda, la convirtió en la graciosa flor que crece al pie de los árboles en primavera.
EL CRISANTEMO
En la Selva Negra, Alemania, vivía un campesino llamado Hermann. La víspera de Navidad, cuando regresaba a su casa, encontró a un niño pequeño tendido sobre la nieve. Lo tomó en brazos y lo condujo al modesto hogar donde le aguardaban su esposa y sus hijos, quienes, compadeciéndose del pobre niño, compartieron alegremente con él la humilde cena que tenían preparada para aquella festividad.
El pequeño forastero permaneció toda la noche en la cabaña, y a la mañana siguiente, después de revelar que era el Niño Jesús, desapareció. Cuando volvió a pasar Hermann por el lugar donde había encontrado al Niño, vio que habían nacido entre la nieve unas flores hermosísimas. Tomó un buen puñado de ellas, las llevó a su esposa, y les dio el nombre de crisantemo, esto es, flores de Cristo o más propiamente todavía, “flores de oro”.
LA ROSA DE JERICÓ
La rosa de Jericó se conoce tambien con el nombre de flor de la Resurrección”, pues se le atribuye la propiedad de volver a la vida.
Se dice que en aquellos días en que José y María huyeron de Belén con el Niño Jesús, para salvarlo de la degollación de los inocentes ordenada por el rey Herodes, la Sagrada Familia atravesó las llanuras de Jericó. Cuando la Virgen bajó del asno que montaba, esta florecilla brotó a sus pies para saludar al Salvador.
Durante la vida del Salvador en la tierra, el rosal de Jericó siguió floreciendo, pero cuando el Señor expiró en la cruz, todas sus rosas se secaron y murieron al mismo tiempo que El. Sin embargo, tres días después, Cristo resucitó, y las rosas de Jericó volvieron a la vida.
EL NOMEOLVIDES
Cuenta una vieja leyenda del Islam, un ángel se encontraba
llorando a las puertas del Paraíso, del que Alá
le había expulsado porque el ángel amaba a una
mujer mortal.
Sólo
sería perdonado si plantaba la flor nomeolvides por
todo el mundo. Cuando el ángel contó a su enamorada
este requisito, tan difícil de cumplir, ella prometió
ayudarlo en su tarea.
Tanto
amor y sacrificio conmovieron a Alá, que otorgó
la inmortalidad a la mujer y abrió las puertas del
Paraíso a los amantes. EL CEMPASUCHIL
El Dia de Muertos es una fecha llena de tradición,
símbolos y leyendas. Una leyenda más nos habla del origen de la flor de
cempasúchil. Que es la flor principal en los altares dedicados a
nuestros fieles difuntos. Cuentan que en Maninalco al morir alguien,
los familiares adornaban la tumba con ramos de pequeñas flores amarillas
llamadas Tonalxochitl, pues se creía que estas flores poseían la
habilidad de guardar en sus corolas el calor de los rayos solares.
Los
Mexicas al pasar por el valle de Malinalco adoptaron esta tradición,
solo a ellos esa flor les pareció muy sencilla, y con el paso del tiempo
transformaron la flor de Tonalxochitl en una flor con más pétalos,
hasta que lograron juntar en una sola flor veinte de aquellas pequeñas
flores que hallaron en Maninalco.
Asi decidieron llamarla Cempasúchil que significa “veinte flores”.
Esta
nueva flor simboliza a la vida que nace de la muerte, pues la vida es
solo un lapso al termino del cual hay un momento para morir y la muerte
es un paso para vivir de una forma distinta.
Bibliografia:
www.wikipedia.org
www.libros.conaliteg.gob.mx
www.poemasyrelatos.com
www.directoriosma.com
El Nuevo Tesoro de la Juventud,Tomo 08, Ed. Cumbre, 1976
www.wikipedia.org
www.libros.conaliteg.gob.mx
www.poemasyrelatos.com
www.directoriosma.com
El Nuevo Tesoro de la Juventud,Tomo 08, Ed. Cumbre, 1976
Enciclopedia Microsoft® Encarta® 2003.
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Nueva Enciclopedia Tematica Grolier 2012
https://www.ecured.cu
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