Breve Reseña Del Reloj
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Reloj,
dispositivo empleado para medir o indicar el paso del tiempo, que puede ser
fijo o portátil. Un reloj necesita una fuente de energía y una forma de
transmitir y controlar esta energía, además de indicadores para registrar el
tiempo transcurrido.
Se
denomina también reloj al instrumento capaz de medir el tiempo natural (días,
años, fases lunares, etc.) en unidades convencionales (horas, minutos o
segundos). Fundamentalmente permite conocer la hora actual, aunque puede tener
otras funciones, como medir la duración de un suceso o activar una señal en
cierta hora específica.
- · Relojes biológicos, sistemas fisiológicos que permiten a los organismos vivir en armonía con los ritmos de la naturaleza, como son los ciclos del día y la noche, y de las estaciones. Estos "relojes" biológicos existen para casi todos los ciclos internos que implican periodicidad en el reino vegetal y animal, si bien, la mayor parte de nuestros conocimientos se deben al estudio de los ritmos circadianos (diarios) que establecen los patrones típicos de conducta diaria incluso en ausencia de indicadores externos, como la salida del Sol, demostrando que la periodicidad depende por completo de relojes internos.
Los
relojes se utilizan desde la antigüedad y a medida que ha ido evolucionando la
tecnología de su fabricación han ido apareciendo nuevos modelos con mayor
precisión, mejores prestaciones y presentación y menor coste de fabricación. Es
uno de los instrumentos más populares, ya que prácticamente muchas personas
disponen de uno o varios relojes, principalmente de pulsera, de manera que en
muchos hogares puede haber varios relojes, muchos electrodomésticos los
incorporan en forma de relojes digitales y en cada computadora hay un reloj.
El
reloj, además de su función práctica, se ha convertido en un objeto de joyería,
símbolo de distinción y valoración.
La
mayor precisión conseguida hasta ahora es la del último reloj atómico
desarrollado por la Oficina Nacional de Normalización (NIST) de los Estados
Unidos, el NIST-F1, puesto en marcha en 1999, es tan exacto que tiene un margen
de error de solo un segundo cada 30 millones de años.
Historia
del reloj analógico
Alfredo
el Grande, rey de la antigua Inglaterra, que vivió en el siglo IX, nunca había
visto un reloj.
Dícese
de él que tenía la costumbre de consagrar ocho horas diarias al trabajo, ocho
al descanso y ocho al recreo y satisfacción de sus necesidades y de su
bienestar corporal; y que para poder darse cuenta del tiempo que invertía,
mandó fabricar unas bujías, que, al consumirse, le señalaban el paso de las
horas.
Este
sistema de contar no era ciertamente peor que el que podían emplear muchos de
sus contemporáneos. Sabían entonces los hombres qué cosa era un año, porque
este plazo de tiempo es justamente el que se precisa para efectuar el total
recorrido de las cuatro estaciones: primavera, verano, otoño e invierno. Sabían
del mismo modo cuánto tiempo duraba un mes porque nuestro satélite, la Luna,
emplea aproximadamente este período desde que empieza a crecer hasta que ha
decrecido por completo, como es posible ver. Pero, antes de que se inventaran
los relojes, se apeló a mil recursos diferentes para medir el tiempo.
La
medición del tiempo fue hecha, en un principio, por la sombra de los árboles,
tanto más corta cuanto más se aproximaba el mediodía. De esta observación
rudimentaria nació el reloj solar, simple vara clavada en la tierra, a la que
después se agregó un círculo dividido en varias partes.
Para
medir el tiempo en los días sin sol, o por las noches, se utilizaba la
clepsidra o reloj de agua, que los chinos emplearon hace más de tres mil años.
Su principio es sencillísimo y se basa en la supuesta regularidad de la salida
del agua por el orificio de un recipiente. El reloj de agua, perfeccionado por
los egipcios, fue usado por los griegos y los romanos, y también durante la
Edad Media.
Los
antiguos conocieron varias especies de relojes. Vitruvio habla del reloj de
agua o clepsidra, el de aire, el de sol y de otras especies que nos son
desconocidas.
Los
egipcios medían con la clepsidra los movimientos del Sol. De igual medio se
valía el ilustre astrónomo para sus observaciones. Las clepsidras y los relojes
de sol fueron inventados en Egipto en tiempos de los Ptolomeos; las clepsidras
fueron después perfeccionadas por Escipión Nasica o según otros por Ctesibio
(discípulo de los oradores romanos medían con ellas la duración de sus
discursos.)
La
primitiva clepsidra sufrió sucesivas modificaciones con el correr de los años y
dio origen a varios tipos de relojes, entre ellos el de arena.
Los
relojes de fuego, que también fueron utilizados en tiempos remotos, estaban
basados en la uniformidad con que arden ciertas sustancias, a las que se daban
determinada forma y se dividía en secciones de igual volumen. Estas divisiones
representaban lapsos de igual duración.
DIVERSOS
TIPOS DE RELOJES MODERNOS Y SU COMPLICADO MECANISMO
En
las páginas de cualquier libro de historia podrán conocerse varios de los sistemas y aparatos
empleados en la civilización. Entre todos ellos, ninguno aventaja al reloj,
ingenioso mecanismo que, en forma sencillísima, señala con exactitud qué hora
es en cualquier momento del día. Hay relojes de muchas clases. Algunos andan
durante años enteros con sólo darles cuerda una vez; a otros deberá dárseles
cada ocho días; a otros, finalmente, cada día. Todo reloj consta de cierto
número de ruedas, tan regulares en su movimiento que siempre emplean en él
idéntico tiempo. Al dar cuerda a uno de esos antiguos relojes de pesas, quedan
enroscadas unas cuerdas o cadenillas alrededor de un rodete; a un extremo de
estas cuerdas están suspendidas las pesas, las cuales, por su propio peso,
producen el mismo efecto que si una persona tirase del extremo en donde éstas
se hallan, para hacer desenroscar la cuerda del rodete. Algunas ruedas del
reloj tienen dientes, los cuales, al engranar con los dientes de otras ruedas,
imprimen a éstas su movimiento, haciendo que giren al mismo tiempo, aunque no
todas con igual rapidez, puesto que el número de dientes de las ruedas no es el
mismo en todas ellas; así, mientras una rueda da una vuelta en sesenta
segundos, es decir, en un minuto, otra, para dar también una vuelta, necesita
una hora o, lo que es lo mismo, sesenta minutos.
Todo
este complicado mecanismo de ruedas no tiene otro objeto que dar a las agujas o
manecillas un movimiento alrededor de la esfera (caratula).
En
los relojes hay una porción de piezas que se hallan en constante movimiento. La
primera es el péndulo, que sirve para regular la marcha, de modo que el reloj
no ande ni demasiado de prisa, ni demasiado despacio. Cuando va demasiado
aprisa, se desenrosca el disco o lenteja que constituye el péndulo y se le hace
descender poco o mucho, según sea necesario; entonces el péndulo se alarga, y
por tanto se mueve más lentamente. Si, en cambio, va demasiado despacio, se
enrosca el disco del péndulo, o, lo que es igual, se acorta el péndulo, y
entonces éste se moverá más aprisa y dará más rápido movimiento al reloj. Hay
relojes que no tienen péndulo, y en los cuales un resorte hace sus veces. En
este caso, para regular la marcha, en vez de alargar o acortar el péndulo, se
ha de mover una saetilla que está en contacto con el resorte. Empujada dicha
saetilla hacia la derecha, oprime más el resorte, y el reloj anda más aprisa;
empujada hacia la izquierda, queda el muelle más flojo, y la marcha del reloj
es más lenta. Tanto los grandes relojes de pesas como los de resorte, y aun los
más diminutos relojes de bolsillo, cuyo resorte no es más grueso que un hilito
de acero, todos se mueven mecánicamente del mismo modo. La manecilla más larga,
al ir dando la vuelta sobre la esfera, señala los minutos; la más corta es la
que señala las horas.
LOS
RELOJES QUE “DAN” LA HORA
Algunos
relojes no sólo señalan la hora con las agujas, sino que también la señalan con
la campana. Cuando la manecilla larga, o minutero, señala exactamente la cifra
doce, y la corta, u horario, señala la cifra uno, se pone en movimiento un
martillito que, colocado detrás del reloj, da contra una campana, o su
equivalente, que se encuentra en la parte superior o en su interior, y esta campana
nos indica la hora. Otros, los llamados “carillones”, dejan oír alguna melodía
al final de cada hora.
Pueden
construirse relojes que hagan cosas sorprendentes. Los hay que nos indican la
hora aun en medio de la más absoluta oscuridad: basta para ello oprimir un
botoncito destinado a este objeto, y una campanilla toca las horas y los
cuartos que después de esta hora han transcurrido. Otros, con el mismo fin,
llevan pintados los números y las manecillas con pintura fosforescente, que
brilla en la oscuridad.
Existe
también el reloj despertador, que hace sonar un timbre al llegar la hora que
previamente se ha señalado en una pequeña esfera dispuesta a ese efecto.
Así,
pasan los días y las noches, las semanas y los años, y el fiel reloj sigue sin
cesar señalándonos la hora. Algunos relojes se mantienen en buen funcionamiento
durante muchísimos años, sobreviviendo a sus propietarios.
Se
cree que los grandes relojes de pesas y ruedas fueron inventados en Occidente
por el monje benedictino Gerberto (papa, con el nombre de Silvestre II, hacia
finales del siglo X) aunque ya con alguna anterioridad se conocían en el
Imperio bizantino. Según otras fuentes, el primer reloj de que habla la
historia construido sobre principios de mecánica es el de Richard de
Wallingford, abad de San Albano, que vivió en Inglaterra hacia 1326, pues al
parecer la invención de Gerberto (después Silvestre II) no era más que un reloj
de sol. El segundo es el que Santiago Dondis mandó construir en Padua hacia
1344 y en el cual según refieren se veía el curso del sol y de los planetas. El
tercero fue el que había en el Louvre de París, mandado traer de Alemania por
el rey Carlos V de Francia. El antepasado directo de estos instrumentos podría
ser el complejo mecanismo de Anticitera, datado entre 150 y 100 a. C.
Pero
como en este mundo no existe nada perfecto, tampoco puede serlo el reloj. En cierta
ocasión, la equivocación de un reloj salvó a un hombre de una muerte cruel.
UN
RELOJ QUE POR TOCAR MAL SALVÓ LA VIDA DE UN HOMBRE
Cierto
centinela del palacio real inglés fue acusado de haberse dormido a las doce,
durante su guardia nocturna. Si los acusadores hubieran podido probar su falta
a aquel pobre soldado, el infeliz habría sido pasado por las armas, de modo que
nada deseaba éste con mayor anhelo que probar que no se había dormido. De
pronto, se le ocurrió la deseada prueba.
—Puedo
demostrar con toda evidencia que no me he dormido — dijo —; y la prueba es que
oí al Gran Tom de Westminster dar las trece.
De
buenas a primeras esta salida fue considerada como una solemne majadería,
porque sabido es que los relojes no tocan seguidas más de doce campanadas;
pero, abierta una información, se averiguó que aquel soldado tenía razón y
decía la verdad; efectivamente, aquella noche el reloj se había descompuesto y
tocado las trece en vez de las doce. He aquí cómo el error de un reloj pudo salvar
la vida de un hombre.
El
Gran Tom de Westminster era el reloj colocado por orden del rey Eduardo 1 de
Inglaterra en el Parlamento inglés. Día y noche, sin interrupción, durante 400
años, pudo oírsele dar las horas. Ahora ya no existe; en 1858, otro reloj,
conocido con el nombre de Big Ben, sustituyó al Gran Tom, y reina en su lugar.
EL.
“BIG BEN” TELEGRAFIÁ LA HORA GREENWICH DOS VECES AL DIA
La
campana del primitivo Big Ben pesaba 16.000 kilos, y se rajó al poco tiempo de
ser colocada en su sitio; el martillo era demasiado pesado y sus golpes la
destrozaron. En vista del accidente, quitóse la campana rota y a los dos años
se colocó otra nueva al famoso Big Ben.
Repitióse
el accidente; la nueva campana se resquebrajó, y pasó mucho tiempo sin que se
oyese su sonido. Por fin, se la hizo girar de tal modo que el martillo golpease
sobre la parte sana; sustituyóse éste por otro menos pesado, y desde entonces
han transcurrido muchos años sin que, al parecer, el Big Ben se resienta de la
herida que lleva en el costado. En combinación con él hay un aparato que, dos
veces al día, transmite tele- gráficamente la hora a Greenwich, para comprobar
si ésta corresponde exactamente con la que señala el re- gulador del célebre
observatorio astronómico. De este modo, el Big Ben del Parlamento inglés marcha
siempre con exactitud.
Reseña de Otros
relojes
El
primero que imaginó construir relojes de bolsillo fue Pedro Bell de Núremberg;
su aspecto les valió el nombre de «huevos de Núremberg». En 1647, Christiaan
Huygens aplicó a los relojes de torre o de pared el péndulo, cuyo
descubrimiento se debe a Galileo. El mismo físico aplicó en 1665 el muelle de
espiral a los relojes de bolsillo. En 1647, el ginebrino Gruet, residente en
Londres, aplicó al reloj la cadenilla de acero que sirve para transmitir el
movimiento del tambor al cono, sustituyendo a las cuerdas de vihuela empleadas
hasta entonces. Dos años después se inventaron los relojes de repetición.
Hay
una gran variedad de tipos diferentes de relojes. Actualmente los relojes
personales son en su mayoría mecánicos y electrónicos, ya sean analógicos o
digitales, funcionan con una pequeña pila eléctrica que mediante impulsos hace
girar las agujas (relojes analógicos) o marca los números (relojes digitales).
Existen
gran cantidad de relojes mecánicos para uso personal (de pulsera o de bolsillo)
o general (relojes de pared y antesala). Los relojes mecánicos se estiman y
valoran más que los electrónicos a pesar de su menor exactitud y mayor precio;
ya que son considerados por los expertos como obras de arte mecánicas.
Relojes
de pulsera
Al
principio, sólo los llevaban las mujeres, hasta la Primera Guerra Mundial
(1914-1918), en que se hicieron populares entre los hombres de las trincheras.
Los
relojes de pulsera vienen todos con dos correas ajustables que se colocan en
alguna de las muñecas para su lectura. Son de tipo analógico y digital.
Cronógrafo
Los
cronógrafos son relojes muy precisos (normalmente hasta las milésimas de
segundo) utilizados para medir intervalos de tiempo, por ejemplo en pruebas
deportivas o en experimentos científicos.
Cronómetro
En
alta relojería se refiere a instrumentos de precisión certificados por el COSC
(control oficial suizo de cronometría).
Relojes
de torres y campanarios
Antes
de inventarse los relojes personales de pulsera y de bolsillo se inventaron
relojes muy grandes de mecanismos complicados y pesados que se colocaban en lo
alto de las torres y campanarios de los pueblos y ciudades para que los
ciudadanos tuviesen conocimiento de la hora del día
Relojes
de salón
Los
relojes han figurado durante siglos como piezas importantes en el amueblamiento
de salones, para lo cual se construían con diversas formas decorativas.
El
reloj de bolsillo
Los
relojes de bolsillo se inventaron en Francia a mediados del siglo XV, poco
después de aplicarse a la relojería el muelle espiral. Al principio tenían
forma cilíndrica, variando mucho y con raros caprichos, y desde el comienzo del
siglo XVI se construyeron en Núremberg con profusión y en forma ovoidea, de
donde deriva el nombre de huevos de Núremberg, creyéndose inventados en esta
ciudad alemana e italiana.
El
Reloj Nuclear
El
reloj nuclear podría ser útil para algunas comunicaciones confidenciales y para
el estudio de teorías fundamentales de la física. Asimismo podría añadir
precisión al sistema de posicionamiento global (GPS por su sigla en inglés),
que se sustenta ahora en relojes atómicos. La precisión extrema de este reloj,
cien veces superior a la de los actuales relojes atómicos, proviene del núcleo
de un solo ion de torio.
Otros
tipos
Otros
tipos de relojes según su forma o empleo son:
Reloj Atmos
Reloj de cucú o de cuco
Reloj Foliot
Reloj de sol
Reloj de misa
Reloj de arena
Reloj binario
Reloj de agua o clepsidra
Reloj de péndulo
Reloj de bolsillo
Reloj despertador
Reloj electrónico
Reloj de diapasón
Reloj de cuarzo
Reloj atómico
Reloj digital
Reloj de ajedrez
Reloj de vela
Reloj de vapor
Reloj
de taxi
Metrónomo
Reloj japonés
Reloj inteligente
LOS
MODERNISIMOS RELOJES ATÓMICOS SON LOS MÁS PERFECTOS
La
relojería, marchando al ritmo de los descubrimientos científicos, ha dado
últimamente un gran paso para lograr un cronómetro perfecto: el reloj atómico.
Este nuevo tipo de reloj, que aunque lleva el
nombre de atómico no usa la misma energía que la bomba, es el más exacto que se
haya construido hasta la fecha. Está movido por la fuerza de la electricidad, y
su regulación se basa en un movimiento vibratorio de los átomos.
El
reloj de amoníaco y el reloj de hidrógeno emplean el principio del máser. El
máser de amoníaco separa las moléculas de amoníaco en dos niveles de energía
diferentes, y la frecuencia constante —muy alta— con la que oscilan las
moléculas entre un nivel y otro se emplea para medir el tiempo con gran
precisión. Entre otras cosas los relojes atómicos se utilizan para medir la
velocidad de rotación de la Tierra, cuyo periodo puede variar en 4 o 5
milisegundos de un día a otro.
Esta
vibración es constante y uniforme, y no sufre variaciones ni alteraciones de
ninguna clase; por eso la duración del reloj atómico es, teóricamente,
ilimitada, y sus posibilidades, extraordinarias en el campo de las ciencias, no
acaban de hacer sino comenzar, pro- metiendo grandes progresos.
Partes
del reloj
El
reloj con esfera tradicional suele contar con manecillas para la hora, minutero
(para los minutos) y segundero (para los segundos)y el horario (para la hora).
Además, puede contar adicionalmente con despertador o calendario
EL
MODO DE CONOCER LA HORA NOS ES FACILITADO POR LA ESFERA
La
esfera de un reloj está dividida en 12 espacios mayores, señalados por rayitas
gruesas, y 60 menores, indicados por rayitas delgadas; las mayores tienen dos
objetos. La manecilla larga necesita cinco minutos para recorrer uno de esos
espacios mayores, y la corta emplea una hora para andar el mismo espacio.
Un
minuto se compone de 60 segundos, y una hora de 60 minutos. El reloj empieza
señalando los minutos; el tiempo que tarda el minutero en recorrer el espacio
señalado entre dos líneas delgadas es exactamente un minuto. De manera que la
manecilla mayor necesita exactamente una hora para recorrer todos los pequeños
espacios marcados en el borde superior de la esfera.
No
sería cosa fácil acertar al primer vistazo el número de espacios pequeños
recorridos por el minutero. Pónganse 60 cerillas en hilera sobre una mesa,
tóquese una de las del centro y pregúntese a cualquiera qué numero corresponde
a la cerilla tocada; entonces se verá cuán minucioso cálculo se necesita para
dar una con- testación precisa a la pregunta.
Los
relojeros subdividen los 60 espacios en 12 grupos de 5 espacios cada uno. De
momento es difícil escoger uno entre 60; pero no lo es hacerlo entre cinco;
ahora bien, los 12 grupos no contienen más que 5 espacios cada uno. La
manecilla larga emplea 5 minutos para recorrer cada uno de estos grupos, 10
para recorrer dos, y 60, es decir 12 veces 5, para re- correrlas todas. Cuando
la manecilla larga ha recorrido todas estas divisiones, ya sabemos que han
pasado 60 minutos, o lo que es lo mismo, una hora.
Esto
es sencillísimo. La manecilla larga recorre uno de los pequeños espacios en 1
minuto, 2 en 2 minutos y 60 en 60 minutos. Una vuelta entera al reloj de la
manecilla larga tarda una hora. Si no hubiéramos de pensar más que en los
minutos, con lo explicado bastaría, pero como contamos el tiempo por horas y
por días, y el día tiene 24 horas, tenemos necesidad de contar las horas, por
medio del reloj, como contamos los minutos. Con este objeto, el reloj se ha
dividido no sólo en minutos, sino también en horas, que, por cierto, están
señaladas de modo muy ingenioso.
Aunque
es verdad que el día tiene 24 horas, no se ha dividido la esfera más que en 12
partes de una hora cada una. Estas doce horas empiezan a contarse desde el
mediodía hasta la medianoche, y las otras 12 desde la medianoche hasta el
mediodía siguiente. Para evitar confusiones añadimos, en caso necesario, la
parte del día a que corresponde la hora de que se trata, y así decimos: tal
hora de la madrugada, de la mañana, de la tarde o de la noche, según sea el periodo
del día a que pertenezca. También se acostumbra, aunque este uso no es
corriente más que en algunos países, dividir el día en dos partes: A.M. y P.M.,
ante meridiem y post meridiem, es decir, antes del mediodía y después del
mediodía. Estas palabras, pospuestas a la hora, indican, sin la menor
ambigüedad, la verdadera hora de que se trata. También hay relojes que tienen
24 divisiones para marcar las veinticuatro horas del día, pero son poco usados.
Actualmente, y sobre todo en referencias técnicas, marítimas, militares,
etcétera, ha empezado a usarse un sistema que quizá llegue a simplificarlo
todo: las dos primeras cifras indican la hora, desde la 01 hasta la 24, y las
dos últimas nos dan los minutos; así las 1215 serán las doce y cuarto de la
mañana.
Lo
verdaderamente ingenioso del modo como en el reloj se indican las horas es lo
siguiente: sabemos ya que las 60 rayitas de los minutos están subdivididas en
12 grupos y que, por consiguiente, debe haber 12 señales que las separen. Ahora
bien; como el reloj necesita 12 signos para diferenciar las 12 horas, nos
valemos para ello de las cifras 1, 2, 3, 4, 5, etc., hasta 12.
De
este modo, en vez de necesitar un reloj con dos esferas, una para los minutos y
otra para las horas, una sola esfera nos basta para ambas cosas a la vez.
Mientras el minutero va señalando los minutos en los pequeños espacios, la
manecilla corta marca las horas al recorrer las 12 cifras que enumeran las
divisiones de los espacios grandes.
Veamos
cómo sucede eso. Pongamos el reloj, por ejemplo, a las 12, es decir al
mediodía. Ambas agujas señalan exactamente las 12. A los 5 minutos la manecilla
larga habrá re- corrido el primer grupo de espacios y se encuentra en frente de
la rayita gruesa que cae encima de la cifra 1:
Significa
que son las 12 y 5. A los diez minutos esta manecilla habrá recorrido el
segundo espacio, y se hallará enfrente de la cifra 2: serán las 12 y 10. Y la
manecilla grande sigue re- corriendo la esfera.
Para
saber con rapidez los minutos, véase el número de grupos de divisiones pequeñas
que ha recorrido la manecilla larga, lo cual no es difícil, porque el numero
sobre el que se halla ésta es el número de grupos recorrido. Así, cuando
indique la cifra 4, sabemos que ha recorrido cuatro divisiones, y como cuatro
veces cinco hacen 20, tendremos que habrán pa- sado 20 minutos. Si señala la
cifra 6 sabemos que ha recorrido seis divi- siones; y como 6 veces cinco hacen
30, también sabremos que han pasa- do 30 minutos, es decir, que ha transcurrido
media hora.
Durante
todo este tiempo, naturalmente, la aguja pequeña también se ha movido, aunque
muy despacio, porque en el tiempo que la aguja grande ha empleado en dar la
vuelta entera a la esfera, la corta no ha recorrido más que desde las 12 a la
1, y, por consiguiente, es la una. Cuando la manecilla mayor haya dado dos
vueltas, la aguja corta se hallará en frente del número 2; y serán las dos.
Téngase
muy presente que las cifras sólo sirven para indicar las horas y nunca los
minutos, de modo que cuando la aguja larga apunta, por ejemplo, al número 2, no
quiere decir que han pasado 2 minutos, sino dos divisiones de 5 minutos cada
una, y que el 2 sólo se contará como 2 horas cuando lo señale la aguja corta.
Cuando
la aguja larga se halla enfrente del número 12, y la corta se halla también
enfrente de un número, entonces marcará una hora exacta.
Funcionamiento
de los relojes electrónicos
Un
reloj electrónico es un reloj en el que la base de tiempos es electrónica o
electromecánica, al igual que la división de frecuencia.
Funcionamiento
de los relojes mecánicos
Los
relojes mecánicos carecen en la mayoría de los casos de componentes
electrónicos; este tipo de relojes cuentan con un sistema mecánico fabricado
generalmente en metal, en donde la fuerza motriz necesaria para poner en marcha
la maquinaria es proporcionada por un muelle motor o por medio de pesas
conectadas por cadenas o cables.
En
la cultura popular es común referirse a la carga del muelle motor como
"dar cuerda", no obstante este término es erróneo, y solo es
aplicable a los relojes de pesas, en donde literalmente se le da cuerda a un
cilindro dentro del reloj para que de esa manera continúe el descenso de la pesa
que da vida al mismo. Dentro de un muelle motor se encuentra una banda o cinta
de acero templado que, al enrollarse, genera una fuerza de torsión usada por el
reloj para mover el mecanismo, bien sea la marcha o la sonería. Por medio de un
tren de engranajes se reduce la fuerza y aumenta la velocidad, finalizando en
una rueda dentada de manera especial, llamada rueda de escape, la cual conecta
con una pieza llamada Ancora. Esta pieza es la encargada de convertir el
movimiento rotatorio de los engranajes en un desplazamiento lateral de
izquierda a derecha que se trasmite a un volante o a un péndulo para proveerles
la energía suficiente para oscilar. Es el contacto entre estas dos piezas,
rueda de escape y Ancora el que produce el famoso tic-tac. Finalmente, el péndulo
o el volante marcan el paso del tiempo y se les conoce con el nombre de órgano
regulador. El reloj usa sus oscilaciones o alternancias constantes para
determinar el paso del tiempo: cuanto más preciso sea el mecanismo, menos
variaciones habrá en la periodicidad de las oscilaciones.
La
Base de Tiempos en relojería.
El
tipo de base de tiempos utilizada es tan importante que suele dar nombre al
tipo de reloj. Las más habituales son:
Patrón red. No tiene oscilador y utiliza
como referencia los 50 Hz (ó 60 Hz) de la red. Es la más simple, pero es
bastante exacta a medio plazo, pues las alteraciones en la frecuencia de red
suelen compensarse a lo largo del día. Tiene dos inconvenientes importantes:
Necesita una señal “limpia”, para lo
cual se suele filtrar antes de aplicarla a los contadores.
Necesita la red, lo que no permite su
utilización portátil y además, frenta a un corte de luz, pierde la hora.
Existen modelos que incluyen un oscilador y pilas o baterías, de modo que el
oscilador y los contadores siguen funcionando durante el corte, con lo que no
se pierde la hora.
Emisora patrón. La base de tiempos viene a
ser algún tipo de PLL, enganchado con alguna de las emisoras horarias. Se ponen
en hora solos y cambian al horario de invierno o verano de forma autónoma. Su
inconveniente es que necesita la señal horaria, de modo que en zonas “oscuras”
no presenta mayores ventajas.
- · PLL. Los lazos de seguimiento de fase, bucles de enganche de fase, o PLL (del inglés phase-locked loop) son dispositivos muy populares en electrónica desde la década de 1960. Se trata de un sistema en el que la frecuencia y la fase son realimentados.
Reloj de diapasón. El oscilador está
controlado por un diapasón intercalado en el lazo de realimentación. Ya ha
caído en desuso, pero en su momento eran de gama alta, y Bulova, por ejemplo,
disponía de relojes de diapasón de pulsera.
Reloj de cuarzo. Sustituye el diapasón por
un resonador de cuarzo, habitualmente a 32768 Hz, por ser potencia exacta de
dos, lo que simplifica el divisor de frecuencia. Por su estabilidad y economía
ha desplazado a todos los otros tipos de reloj en las aplicaciones habituales.
Reloj atómico (Amoníaco, cesio, etc.) Se
basa en incluir en el lazo de realimentación una cavidad con moléculas de la
sustancia adecuada, de manera que se excite la resonancia de alguno de sus
átomos.
El
reloj mecánico se basa en un pulsador que puede ser de 1 Hz o submúltiplo. Por
lo general este pulsador era un mecanismo de escape mecánico en el cual la
energía almacenada en un muelle era liberada de manera constante y lenta. El
sonido de tic-tac del reloj corresponde a este sistema de escape que es el
responsable de generar la base de tiempo del reloj y brinda movimiento al
segundero; tanto el minutero como el horario son movidos mediante trenes de
engranajes que transforman la relación del segundero en 1/60 para el minutero y
de éste 1/60 para el horario( ver imagen).
Un
reloj digital consta de un oscilador, generalmente de cuarzo el cuál mediante
divisor de frecuencia, a similitud de los trenes de engranajes, genera las
señales de 1 Hz, 1/60 Hz y 1/3600 Hz para el segundero, minutero y horario
respectivamente. En este caso los distintos pulsos eléctricos pasan a 3
contadores en cascada que se corresponden en la pantalla a los segundos, minutos
y horas respectivamente. Estos contadores están acoplados para permitir la
secuencia necesaria de conteo y de señalización entre un contador y otro, a
saber 0 al 59 para los segundos y los minutos y 0 a 24 o 1 a 12 para las horas,
según el diseño particular o la configuración en modelos que permiten ambas.
Bibliografia
www.wikipedia.org
www.libros.conaliteg.gob.mx
Enciclopedia
Microsoft® Encarta® 2003. © 1993-2002 Microsoft Corporation.
El
Nuevo Tesoro de la Juventud, Tomo 13, Ed. Cumbre, 1976
Nueva Enciclopedia Tematica Grolier 2012
https://www.ecured.cu
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