lunes, 7 de diciembre de 2015

El Reloj - Breve Reseña - Tipos - Resumen



Breve Reseña Del Reloj
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  Reloj, dispositivo empleado para medir o indicar el paso del tiempo, que puede ser fijo o portátil. Un reloj necesita una fuente de energía y una forma de transmitir y controlar esta energía, además de indicadores para registrar el tiempo transcurrido.


Se denomina también reloj al instrumento capaz de medir el tiempo natural (días, años, fases lunares, etc.) en unidades convencionales (horas, minutos o segundos). Fundamentalmente permite conocer la hora actual, aunque puede tener otras funciones, como medir la duración de un suceso o activar una señal en cierta hora específica.


  • ·         Relojes biológicos, sistemas fisiológicos que permiten a los organismos vivir en armonía con los ritmos de la naturaleza, como son los ciclos del día y la noche, y de las estaciones. Estos "relojes" biológicos existen para casi todos los ciclos internos que implican periodicidad en el reino vegetal y animal, si bien, la mayor parte de nuestros conocimientos se deben al estudio de los ritmos circadianos (diarios) que establecen los patrones típicos de conducta diaria incluso en ausencia de indicadores externos, como la salida del Sol, demostrando que la periodicidad depende por completo de relojes internos.

 
Los relojes se utilizan desde la antigüedad y a medida que ha ido evolucionando la tecnología de su fabricación han ido apareciendo nuevos modelos con mayor precisión, mejores prestaciones y presentación y menor coste de fabricación. Es uno de los instrumentos más populares, ya que prácticamente muchas personas disponen de uno o varios relojes, principalmente de pulsera, de manera que en muchos hogares puede haber varios relojes, muchos electrodomésticos los incorporan en forma de relojes digitales y en cada computadora hay un reloj.

El reloj, además de su función práctica, se ha convertido en un objeto de joyería, símbolo de distinción y valoración.

La mayor precisión conseguida hasta ahora es la del último reloj atómico desarrollado por la Oficina Nacional de Normalización (NIST) de los Estados Unidos, el NIST-F1, puesto en marcha en 1999, es tan exacto que tiene un margen de error de solo un segundo cada 30 millones de años.


Historia del reloj analógico  


Alfredo el Grande, rey de la antigua Inglaterra, que vivió en el siglo IX, nunca había visto un reloj.
Dícese de él que tenía la costumbre de consagrar ocho horas diarias al trabajo, ocho al descanso y ocho al recreo y satisfacción de sus necesidades y de su bienestar corporal; y que para poder darse cuenta del tiempo que invertía, mandó fabricar unas bujías, que, al consumirse, le señalaban el paso de las horas.

Este sistema de contar no era ciertamente peor que el que podían emplear muchos de sus contemporáneos. Sabían entonces los hombres qué cosa era un año, porque este plazo de tiempo es justamente el que se precisa para efectuar el total recorrido de las cuatro estaciones: primavera, verano, otoño e invierno. Sabían del mismo modo cuánto tiempo duraba un mes porque nuestro satélite, la Luna, emplea aproximadamente este período desde que empieza a crecer hasta que ha decrecido por completo, como es posible ver. Pero, antes de que se inventaran los relojes, se apeló a mil recursos diferentes para medir el tiempo.
La medición del tiempo fue hecha, en un principio, por la sombra de los árboles, tanto más corta cuanto más se aproximaba el mediodía. De esta observación rudimentaria nació el reloj solar, simple vara clavada en la tierra, a la que después se agregó un círculo dividido en varias partes.
Para medir el tiempo en los días sin sol, o por las noches, se utilizaba la clepsidra o reloj de agua, que los chinos emplearon hace más de tres mil años. Su principio es sencillísimo y se basa en la supuesta regularidad de la salida del agua por el orificio de un recipiente. El reloj de agua, perfeccionado por los egipcios, fue usado por los griegos y los romanos, y también durante la Edad Media.

Los antiguos conocieron varias especies de relojes. Vitruvio habla del reloj de agua o clepsidra, el de aire, el de sol y de otras especies que nos son desconocidas.

Los egipcios medían con la clepsidra los movimientos del Sol. De igual medio se valía el ilustre astrónomo para sus observaciones. Las clepsidras y los relojes de sol fueron inventados en Egipto en tiempos de los Ptolomeos; las clepsidras fueron después perfeccionadas por Escipión Nasica o según otros por Ctesibio (discípulo de los oradores romanos medían con ellas la duración de sus discursos.)

La primitiva clepsidra sufrió sucesivas modificaciones con el correr de los años y dio origen a varios tipos de relojes, entre ellos el de arena.
Los relojes de fuego, que también fueron utilizados en tiempos remotos, estaban basados en la uniformidad con que arden ciertas sustancias, a las que se daban determinada forma y se dividía en secciones de igual volumen. Estas divisiones representaban lapsos de igual duración.

DIVERSOS TIPOS DE RELOJES MODERNOS Y SU COMPLICADO MECANISMO

En las páginas de cualquier libro de historia  podrán conocerse varios de los sistemas y aparatos empleados en la civilización. Entre todos ellos, ninguno aventaja al reloj, ingenioso mecanismo que, en forma sencillísima, señala con exactitud qué hora es en cualquier momento del día. Hay relojes de muchas clases. Algunos andan durante años enteros con sólo darles cuerda una vez; a otros deberá dárseles cada ocho días; a otros, finalmente, cada día. Todo reloj consta de cierto número de ruedas, tan regulares en su movimiento que siempre emplean en él idéntico tiempo. Al dar cuerda a uno de esos antiguos relojes de pesas, quedan enroscadas unas cuerdas o cadenillas alrededor de un rodete; a un extremo de estas cuerdas están suspendidas las pesas, las cuales, por su propio peso, producen el mismo efecto que si una persona tirase del extremo en donde éstas se hallan, para hacer desenroscar la cuerda del rodete. Algunas ruedas del reloj tienen dientes, los cuales, al engranar con los dientes de otras ruedas, imprimen a éstas su movimiento, haciendo que giren al mismo tiempo, aunque no todas con igual rapidez, puesto que el número de dientes de las ruedas no es el mismo en todas ellas; así, mientras una rueda da una vuelta en sesenta segundos, es decir, en un minuto, otra, para dar también una vuelta, necesita una hora o, lo que es lo mismo, sesenta minutos.

Todo este complicado mecanismo de ruedas no tiene otro objeto que dar a las agujas o manecillas un movimiento alrededor de la esfera (caratula).
En los relojes hay una porción de piezas que se hallan en constante movimiento. La primera es el péndulo, que sirve para regular la marcha, de modo que el reloj no ande ni demasiado de prisa, ni demasiado despacio. Cuando va demasiado aprisa, se desenrosca el disco o lenteja que constituye el péndulo y se le hace descender poco o mucho, según sea necesario; entonces el péndulo se alarga, y por tanto se mueve más lentamente. Si, en cambio, va demasiado despacio, se enrosca el disco del péndulo, o, lo que es igual, se acorta el péndulo, y entonces éste se moverá más aprisa y dará más rápido movimiento al reloj. Hay relojes que no tienen péndulo, y en los cuales un resorte hace sus veces. En este caso, para regular la marcha, en vez de alargar o acortar el péndulo, se ha de mover una saetilla que está en contacto con el resorte. Empujada dicha saetilla hacia la derecha, oprime más el resorte, y el reloj anda más aprisa; empujada hacia la izquierda, queda el muelle más flojo, y la marcha del reloj es más lenta. Tanto los grandes relojes de pesas como los de resorte, y aun los más diminutos relojes de bolsillo, cuyo resorte no es más grueso que un hilito de acero, todos se mueven mecánicamente del mismo modo. La manecilla más larga, al ir dando la vuelta sobre la esfera, señala los minutos; la más corta es la que señala las horas.

LOS RELOJES QUE “DAN” LA HORA

Algunos relojes no sólo señalan la hora con las agujas, sino que también la señalan con la campana. Cuando la manecilla larga, o minutero, señala exactamente la cifra doce, y la corta, u horario, señala la cifra uno, se pone en movimiento un martillito que, colocado detrás del reloj, da contra una campana, o su equivalente, que se encuentra en la parte superior o en su interior, y esta campana nos indica la hora. Otros, los llamados “carillones”, dejan oír alguna melodía al final de cada hora.
Pueden construirse relojes que hagan cosas sorprendentes. Los hay que nos indican la hora aun en medio de la más absoluta oscuridad: basta para ello oprimir un botoncito destinado a este objeto, y una campanilla toca las horas y los cuartos que después de esta hora han transcurrido. Otros, con el mismo fin, llevan pintados los números y las manecillas con pintura fosforescente, que brilla en la oscuridad.
Existe también el reloj despertador, que hace sonar un timbre al llegar la hora que previamente se ha señalado en una pequeña esfera dispuesta a ese efecto.
Así, pasan los días y las noches, las semanas y los años, y el fiel reloj sigue sin cesar señalándonos la hora. Algunos relojes se mantienen en buen funcionamiento durante muchísimos años, sobreviviendo a sus propietarios.

Se cree que los grandes relojes de pesas y ruedas fueron inventados en Occidente por el monje benedictino Gerberto (papa, con el nombre de Silvestre II, hacia finales del siglo X) aunque ya con alguna anterioridad se conocían en el Imperio bizantino. Según otras fuentes, el primer reloj de que habla la historia construido sobre principios de mecánica es el de Richard de Wallingford, abad de San Albano, que vivió en Inglaterra hacia 1326, pues al parecer la invención de Gerberto (después Silvestre II) no era más que un reloj de sol. El segundo es el que Santiago Dondis mandó construir en Padua hacia 1344 y en el cual según refieren se veía el curso del sol y de los planetas. El tercero fue el que había en el Louvre de París, mandado traer de Alemania por el rey Carlos V de Francia. El antepasado directo de estos instrumentos podría ser el complejo mecanismo de Anticitera, datado entre 150 y 100 a. C.

Pero como en este mundo no existe nada perfecto, tampoco puede serlo el reloj. En cierta ocasión, la equivocación de un reloj salvó a un hombre de una muerte cruel.


UN RELOJ QUE POR TOCAR MAL SALVÓ LA VIDA DE UN HOMBRE

Cierto centinela del palacio real inglés fue acusado de haberse dormido a las doce, durante su guardia nocturna. Si los acusadores hubieran podido probar su falta a aquel pobre soldado, el infeliz habría sido pasado por las armas, de modo que nada deseaba éste con mayor anhelo que probar que no se había dormido. De pronto, se le ocurrió la deseada prueba.
—Puedo demostrar con toda evidencia que no me he dormido — dijo —; y la prueba es que oí al Gran Tom de Westminster dar las trece.
De buenas a primeras esta salida fue considerada como una solemne majadería, porque sabido es que los relojes no tocan seguidas más de doce campanadas; pero, abierta una información, se averiguó que aquel soldado tenía razón y decía la verdad; efectivamente, aquella noche el reloj se había descompuesto y tocado las trece en vez de las doce. He aquí cómo el error de un reloj pudo salvar la vida de un hombre.

El Gran Tom de Westminster era el reloj colocado por orden del rey Eduardo 1 de Inglaterra en el Parlamento inglés. Día y noche, sin interrupción, durante 400 años, pudo oírsele dar las horas. Ahora ya no existe; en 1858, otro reloj, conocido con el nombre de Big Ben, sustituyó al Gran Tom, y reina en su lugar.

EL. “BIG BEN” TELEGRAFIÁ LA HORA GREENWICH DOS VECES AL DIA

La campana del primitivo Big Ben pesaba 16.000 kilos, y se rajó al poco tiempo de ser colocada en su sitio; el martillo era demasiado pesado y sus golpes la destrozaron. En vista del accidente, quitóse la campana rota y a los dos años se colocó otra nueva al famoso Big Ben.
Repitióse el accidente; la nueva campana se resquebrajó, y pasó mucho tiempo sin que se oyese su sonido. Por fin, se la hizo girar de tal modo que el martillo golpease sobre la parte sana; sustituyóse éste por otro menos pesado, y desde entonces han transcurrido muchos años sin que, al parecer, el Big Ben se resienta de la herida que lleva en el costado. En combinación con él hay un aparato que, dos veces al día, transmite tele- gráficamente la hora a Greenwich, para comprobar si ésta corresponde exactamente con la que señala el re- gulador del célebre observatorio astronómico. De este modo, el Big Ben del Parlamento inglés marcha siempre con exactitud.

Reseña de Otros relojes

El primero que imaginó construir relojes de bolsillo fue Pedro Bell de Núremberg; su aspecto les valió el nombre de «huevos de Núremberg». En 1647, Christiaan Huygens aplicó a los relojes de torre o de pared el péndulo, cuyo descubrimiento se debe a Galileo. El mismo físico aplicó en 1665 el muelle de espiral a los relojes de bolsillo. En 1647, el ginebrino Gruet, residente en Londres, aplicó al reloj la cadenilla de acero que sirve para transmitir el movimiento del tambor al cono, sustituyendo a las cuerdas de vihuela empleadas hasta entonces. Dos años después se inventaron los relojes de repetición.

Hay una gran variedad de tipos diferentes de relojes. Actualmente los relojes personales son en su mayoría mecánicos y electrónicos, ya sean analógicos o digitales, funcionan con una pequeña pila eléctrica que mediante impulsos hace girar las agujas (relojes analógicos) o marca los números (relojes digitales).

Existen gran cantidad de relojes mecánicos para uso personal (de pulsera o de bolsillo) o general (relojes de pared y antesala). Los relojes mecánicos se estiman y valoran más que los electrónicos a pesar de su menor exactitud y mayor precio; ya que son considerados por los expertos como obras de arte mecánicas.

Relojes de pulsera

Al principio, sólo los llevaban las mujeres, hasta la Primera Guerra Mundial (1914-1918), en que se hicieron populares entre los hombres de las trincheras.

Los relojes de pulsera vienen todos con dos correas ajustables que se colocan en alguna de las muñecas para su lectura. Son de tipo analógico y digital.

Cronógrafo
Los cronógrafos son relojes muy precisos (normalmente hasta las milésimas de segundo) utilizados para medir intervalos de tiempo, por ejemplo en pruebas deportivas o en experimentos científicos.

Cronómetro
En alta relojería se refiere a instrumentos de precisión certificados por el COSC (control oficial suizo de cronometría).

Relojes de torres y campanarios
Antes de inventarse los relojes personales de pulsera y de bolsillo se inventaron relojes muy grandes de mecanismos complicados y pesados que se colocaban en lo alto de las torres y campanarios de los pueblos y ciudades para que los ciudadanos tuviesen conocimiento de la hora del día

Relojes de salón
Los relojes han figurado durante siglos como piezas importantes en el amueblamiento de salones, para lo cual se construían con diversas formas decorativas.


El reloj de bolsillo
Los relojes de bolsillo se inventaron en Francia a mediados del siglo XV, poco después de aplicarse a la relojería el muelle espiral. Al principio tenían forma cilíndrica, variando mucho y con raros caprichos, y desde el comienzo del siglo XVI se construyeron en Núremberg con profusión y en forma ovoidea, de donde deriva el nombre de huevos de Núremberg, creyéndose inventados en esta ciudad alemana e italiana.

El Reloj Nuclear
El reloj nuclear podría ser útil para algunas comunicaciones confidenciales y para el estudio de teorías fundamentales de la física. Asimismo podría añadir precisión al sistema de posicionamiento global (GPS por su sigla en inglés), que se sustenta ahora en relojes atómicos. La precisión extrema de este reloj, cien veces superior a la de los actuales relojes atómicos, proviene del núcleo de un solo ion de torio.

Otros tipos

Otros tipos de relojes según su forma o empleo son:

    Reloj Atmos
    Reloj de cucú o de cuco
    Reloj Foliot
    Reloj de sol
    Reloj de misa
    Reloj de arena
    Reloj binario
    Reloj de agua o clepsidra
    Reloj de péndulo
    Reloj de bolsillo
    Reloj despertador
    Reloj electrónico
    Reloj de diapasón
    Reloj de cuarzo
    Reloj atómico
    Reloj digital
    Reloj de ajedrez
    Reloj de vela
    Reloj de vapor
    Reloj de taxi
    Metrónomo
    Reloj japonés
    Reloj inteligente


LOS MODERNISIMOS RELOJES ATÓMICOS SON LOS MÁS PERFECTOS

La relojería, marchando al ritmo de los descubrimientos científicos, ha dado últimamente un gran paso para lograr un cronómetro perfecto: el reloj atómico.

 Este nuevo tipo de reloj, que aunque lleva el nombre de atómico no usa la misma energía que la bomba, es el más exacto que se haya construido hasta la fecha. Está movido por la fuerza de la electricidad, y su regulación se basa en un movimiento vibratorio de los átomos.

El reloj de amoníaco y el reloj de hidrógeno emplean el principio del máser. El máser de amoníaco separa las moléculas de amoníaco en dos niveles de energía diferentes, y la frecuencia constante —muy alta— con la que oscilan las moléculas entre un nivel y otro se emplea para medir el tiempo con gran precisión. Entre otras cosas los relojes atómicos se utilizan para medir la velocidad de rotación de la Tierra, cuyo periodo puede variar en 4 o 5 milisegundos de un día a otro.

Esta vibración es constante y uniforme, y no sufre variaciones ni alteraciones de ninguna clase; por eso la duración del reloj atómico es, teóricamente, ilimitada, y sus posibilidades, extraordinarias en el campo de las ciencias, no acaban de hacer sino comenzar, pro- metiendo grandes progresos.

Partes del reloj

El reloj con esfera tradicional suele contar con manecillas para la hora, minutero (para los minutos) y segundero (para los segundos)y el horario (para la hora). Además, puede contar adicionalmente con despertador o calendario


EL MODO DE CONOCER LA HORA NOS ES FACILITADO POR LA ESFERA

La esfera de un reloj está dividida en 12 espacios mayores, señalados por rayitas gruesas, y 60 menores, indicados por rayitas delgadas; las mayores tienen dos objetos. La manecilla larga necesita cinco minutos para recorrer uno de esos espacios mayores, y la corta emplea una hora para andar el mismo espacio.
Un minuto se compone de 60 segundos, y una hora de 60 minutos. El reloj empieza señalando los minutos; el tiempo que tarda el minutero en recorrer el espacio señalado entre dos líneas delgadas es exactamente un minuto. De manera que la manecilla mayor necesita exactamente una hora para recorrer todos los pequeños espacios marcados en el borde superior de la esfera.
No sería cosa fácil acertar al primer vistazo el número de espacios pequeños recorridos por el minutero. Pónganse 60 cerillas en hilera sobre una mesa, tóquese una de las del centro y pregúntese a cualquiera qué numero corresponde a la cerilla tocada; entonces se verá cuán minucioso cálculo se necesita para dar una con- testación precisa a la pregunta.
Los relojeros subdividen los 60 espacios en 12 grupos de 5 espacios cada uno. De momento es difícil escoger uno entre 60; pero no lo es hacerlo entre cinco; ahora bien, los 12 grupos no contienen más que 5 espacios cada uno. La manecilla larga emplea 5 minutos para recorrer cada uno de estos grupos, 10 para recorrer dos, y 60, es decir 12 veces 5, para re- correrlas todas. Cuando la manecilla larga ha recorrido todas estas divisiones, ya sabemos que han pasado 60 minutos, o lo que es lo mismo, una hora.
Esto es sencillísimo. La manecilla larga recorre uno de los pequeños espacios en 1 minuto, 2 en 2 minutos y 60 en 60 minutos. Una vuelta entera al reloj de la manecilla larga tarda una hora. Si no hubiéramos de pensar más que en los minutos, con lo explicado bastaría, pero como contamos el tiempo por horas y por días, y el día tiene 24 horas, tenemos necesidad de contar las horas, por medio del reloj, como contamos los minutos. Con este objeto, el reloj se ha dividido no sólo en minutos, sino también en horas, que, por cierto, están señaladas de modo muy ingenioso.

Aunque es verdad que el día tiene 24 horas, no se ha dividido la esfera más que en 12 partes de una hora cada una. Estas doce horas empiezan a contarse desde el mediodía hasta la medianoche, y las otras 12 desde la medianoche hasta el mediodía siguiente. Para evitar confusiones añadimos, en caso necesario, la parte del día a que corresponde la hora de que se trata, y así decimos: tal hora de la madrugada, de la mañana, de la tarde o de la noche, según sea el periodo del día a que pertenezca. También se acostumbra, aunque este uso no es corriente más que en algunos países, dividir el día en dos partes: A.M. y P.M., ante meridiem y post meridiem, es decir, antes del mediodía y después del mediodía. Estas palabras, pospuestas a la hora, indican, sin la menor ambigüedad, la verdadera hora de que se trata. También hay relojes que tienen 24 divisiones para marcar las veinticuatro horas del día, pero son poco usados. Actualmente, y sobre todo en referencias técnicas, marítimas, militares, etcétera, ha empezado a usarse un sistema que quizá llegue a simplificarlo todo: las dos primeras cifras indican la hora, desde la 01 hasta la 24, y las dos últimas nos dan los minutos; así las 1215 serán las doce y cuarto de la mañana.
Lo verdaderamente ingenioso del modo como en el reloj se indican las horas es lo siguiente: sabemos ya que las 60 rayitas de los minutos están subdivididas en 12 grupos y que, por consiguiente, debe haber 12 señales que las separen. Ahora bien; como el reloj necesita 12 signos para diferenciar las 12 horas, nos valemos para ello de las cifras 1, 2, 3, 4, 5, etc., hasta 12.
De este modo, en vez de necesitar un reloj con dos esferas, una para los minutos y otra para las horas, una sola esfera nos basta para ambas cosas a la vez. Mientras el minutero va señalando los minutos en los pequeños espacios, la manecilla corta marca las horas al recorrer las 12 cifras que enumeran las divisiones de los espacios grandes.
Veamos cómo sucede eso. Pongamos el reloj, por ejemplo, a las 12, es decir al mediodía. Ambas agujas señalan exactamente las 12. A los 5 minutos la manecilla larga habrá re- corrido el primer grupo de espacios y se encuentra en frente de la rayita gruesa que cae encima de la cifra 1:

Significa que son las 12 y 5. A los diez minutos esta manecilla habrá recorrido el segundo espacio, y se hallará enfrente de la cifra 2: serán las 12 y 10. Y la manecilla grande sigue re- corriendo la esfera.
Para saber con rapidez los minutos, véase el número de grupos de divisiones pequeñas que ha recorrido la manecilla larga, lo cual no es difícil, porque el numero sobre el que se halla ésta es el número de grupos recorrido. Así, cuando indique la cifra 4, sabemos que ha recorrido cuatro divisiones, y como cuatro veces cinco hacen 20, tendremos que habrán pa- sado 20 minutos. Si señala la cifra 6 sabemos que ha recorrido seis divi- siones; y como 6 veces cinco hacen 30, también sabremos que han pasa- do 30 minutos, es decir, que ha transcurrido media hora.
Durante todo este tiempo, naturalmente, la aguja pequeña también se ha movido, aunque muy despacio, porque en el tiempo que la aguja grande ha empleado en dar la vuelta entera a la esfera, la corta no ha recorrido más que desde las 12 a la 1, y, por consiguiente, es la una. Cuando la manecilla mayor haya dado dos vueltas, la aguja corta se hallará en frente del número 2; y serán las dos.
Téngase muy presente que las cifras sólo sirven para indicar las horas y nunca los minutos, de modo que cuando la aguja larga apunta, por ejemplo, al número 2, no quiere decir que han pasado 2 minutos, sino dos divisiones de 5 minutos cada una, y que el 2 sólo se contará como 2 horas cuando lo señale la aguja corta.
Cuando la aguja larga se halla enfrente del número 12, y la corta se halla también enfrente de un número, entonces marcará una hora exacta.



Funcionamiento de los relojes electrónicos
Un reloj electrónico es un reloj en el que la base de tiempos es electrónica o electromecánica, al igual que la división de frecuencia.


Funcionamiento de los relojes mecánicos
Los relojes mecánicos carecen en la mayoría de los casos de componentes electrónicos; este tipo de relojes cuentan con un sistema mecánico fabricado generalmente en metal, en donde la fuerza motriz necesaria para poner en marcha la maquinaria es proporcionada por un muelle motor o por medio de pesas conectadas por cadenas o cables.

En la cultura popular es común referirse a la carga del muelle motor como "dar cuerda", no obstante este término es erróneo, y solo es aplicable a los relojes de pesas, en donde literalmente se le da cuerda a un cilindro dentro del reloj para que de esa manera continúe el descenso de la pesa que da vida al mismo. Dentro de un muelle motor se encuentra una banda o cinta de acero templado que, al enrollarse, genera una fuerza de torsión usada por el reloj para mover el mecanismo, bien sea la marcha o la sonería. Por medio de un tren de engranajes se reduce la fuerza y aumenta la velocidad, finalizando en una rueda dentada de manera especial, llamada rueda de escape, la cual conecta con una pieza llamada Ancora. Esta pieza es la encargada de convertir el movimiento rotatorio de los engranajes en un desplazamiento lateral de izquierda a derecha que se trasmite a un volante o a un péndulo para proveerles la energía suficiente para oscilar. Es el contacto entre estas dos piezas, rueda de escape y Ancora el que produce el famoso tic-tac. Finalmente, el péndulo o el volante marcan el paso del tiempo y se les conoce con el nombre de órgano regulador. El reloj usa sus oscilaciones o alternancias constantes para determinar el paso del tiempo: cuanto más preciso sea el mecanismo, menos variaciones habrá en la periodicidad de las oscilaciones.

La Base de Tiempos en relojería.

El tipo de base de tiempos utilizada es tan importante que suele dar nombre al tipo de reloj. Las más habituales son:

    Patrón red. No tiene oscilador y utiliza como referencia los 50 Hz (ó 60 Hz) de la red. Es la más simple, pero es bastante exacta a medio plazo, pues las alteraciones en la frecuencia de red suelen compensarse a lo largo del día. Tiene dos inconvenientes importantes:
        Necesita una señal “limpia”, para lo cual se suele filtrar antes de aplicarla a los contadores.
        Necesita la red, lo que no permite su utilización portátil y además, frenta a un corte de luz, pierde la hora. Existen modelos que incluyen un oscilador y pilas o baterías, de modo que el oscilador y los contadores siguen funcionando durante el corte, con lo que no se pierde la hora.

    Emisora patrón. La base de tiempos viene a ser algún tipo de PLL, enganchado con alguna de las emisoras horarias. Se ponen en hora solos y cambian al horario de invierno o verano de forma autónoma. Su inconveniente es que necesita la señal horaria, de modo que en zonas “oscuras” no presenta mayores ventajas.


  • ·         PLL. Los lazos de seguimiento de fase, bucles de enganche de fase, o PLL (del inglés phase-locked loop) son dispositivos muy populares en electrónica desde la década de 1960. Se trata de un sistema en el que la frecuencia y la fase son realimentados.


    Reloj de diapasón. El oscilador está controlado por un diapasón intercalado en el lazo de realimentación. Ya ha caído en desuso, pero en su momento eran de gama alta, y Bulova, por ejemplo, disponía de relojes de diapasón de pulsera.

    Reloj de cuarzo. Sustituye el diapasón por un resonador de cuarzo, habitualmente a 32768 Hz, por ser potencia exacta de dos, lo que simplifica el divisor de frecuencia. Por su estabilidad y economía ha desplazado a todos los otros tipos de reloj en las aplicaciones habituales.

    Reloj atómico (Amoníaco, cesio, etc.) Se basa en incluir en el lazo de realimentación una cavidad con moléculas de la sustancia adecuada, de manera que se excite la resonancia de alguno de sus átomos.

El reloj mecánico se basa en un pulsador que puede ser de 1 Hz o submúltiplo. Por lo general este pulsador era un mecanismo de escape mecánico en el cual la energía almacenada en un muelle era liberada de manera constante y lenta. El sonido de tic-tac del reloj corresponde a este sistema de escape que es el responsable de generar la base de tiempo del reloj y brinda movimiento al segundero; tanto el minutero como el horario son movidos mediante trenes de engranajes que transforman la relación del segundero en 1/60 para el minutero y de éste 1/60 para el horario( ver imagen).

Un reloj digital consta de un oscilador, generalmente de cuarzo el cuál mediante divisor de frecuencia, a similitud de los trenes de engranajes, genera las señales de 1 Hz, 1/60 Hz y 1/3600 Hz para el segundero, minutero y horario respectivamente. En este caso los distintos pulsos eléctricos pasan a 3 contadores en cascada que se corresponden en la pantalla a los segundos, minutos y horas respectivamente. Estos contadores están acoplados para permitir la secuencia necesaria de conteo y de señalización entre un contador y otro, a saber 0 al 59 para los segundos y los minutos y 0 a 24 o 1 a 12 para las horas, según el diseño particular o la configuración en modelos que permiten ambas.



Bibliografia

www.wikipedia.org
www.libros.conaliteg.gob.mx
Enciclopedia Microsoft® Encarta® 2003. © 1993-2002 Microsoft Corporation.
El Nuevo Tesoro de la Juventud, Tomo 13, Ed. Cumbre, 1976
Nueva Enciclopedia Tematica Grolier 2012
https://www.ecured.cu 


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