jueves, 3 de diciembre de 2015

La Ciudad de Roma - Resumen

La Ciudad de Roma
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Roma (IPA: ['roːma]) es una ciudad italiana, de 2 796 102 habitantes, capital de la provincia de Roma, de la región del Lacio y de Italia. Es el municipio más poblado de Italia y es la cuarta ciudad más poblada de la Unión Europea. Por antonomasia se la conoce como la Ciudad Eterna, l'Urbe (‘la Ciudad’) o Città Eterna.

La Ciudad del Vaticano, ubicada en su mayor parte en el interior de Roma, es la sede del papado de la Iglesia católica, reconocido como estado independiente por el gobierno italiano en el año 1929 por los Pactos de Letrán. La majestuosa cúpula de la basílica de San Pedro, en la Ciudad del Vaticano, sobresale sobre el horizonte de la ciudad. Roma ha sido la capital de la Italia unificada desde 1871.


En el transcurso de su historia, que abarca tres milenios, fue una de las primeras grandes metrópolis de la Humanidad. Fue la capital del Imperio romano, una de las civilizaciones antiguas más importantes, que influenció la sociedad, la cultura, la lengua, la literatura, el arte, la arquitectura, la filosofía, la religión, el derecho y la forma de vestir de los siglos sucesivos. que extendía sus dominios sobre toda la cuenca del Mediterráneo y gran parte de Europa, y del Estado Pontificio, bajo el mando del poder temporal de los papas.


Es la ciudad con la más alta concentración de bienes históricos y arquitectónicos del mundo; su centro histórico delimitado por el perímetro que marcan las murallas aurelianas, superposición de huellas de tres milenios, es la expresión del patrimonio histórico, artístico y cultural del mundo occidental europeo. En 1980, junto a las propiedades extraterritoriales de la Santa Sede que se encuentran en la ciudad y la Basílica de San Pablo Extramuros, fue incluida en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.

Roma es la sede de la mayor institución de educación superior de Italia, la Universidad de Roma (1303), que tenía en 1980 aproximadamente 150.000 estudiantes. La Universidad Internacional Independiente de Estudios Sociales (1945) también se encuentra en la ciudad, así como diversas universidades dependientes de la Iglesia católica

Roma, corazón geográfico de la religión católica, es la única ciudad del mundo que tiene en su interior un Estado extranjero, el enclave de la Ciudad del Vaticano:[8] por tal motivo se le ha conocido también como la capital de dos Estados.

Etimología
 
Existen varias hipótesis sobre el origen del nombre Roma; el nombre podría venir:

    de Roma, hija de Italio (o de Telefo, hijo de Hércules), esposa de Eneas o de su hijo Ascanio;
    de Romano, hija de Odiseo y Circe;
    de Romo, hijo de Emation, al cual Diomedes hace huir de Troya;
    de Romide, tirano de los latinos, que expulsó a los etruscos de la región;
    de Rommylos y Romos (Rómulo y Remo), hijos gemelos de Ascanio que fundaron la ciudad.;
    de Rumon o Rumen, nombre arcaico del Tíber, que tenía raíz etimológica análoga a la del verbo griego έω (rhèo) y del verbo latino ruo, que significan "fluir";
    de la palabra etrusca ruma, que significaba ubre, y podría por tanto hacer referencia al mito de Rómulo y Remo, o también a la conformación de la Colinas del Palatino y del Aventino;
    del griego ώμη (rhòme), que significa fuerza
    de Roma, una joven troyana que conocía el arte de la magia, de la cual existen referencias en los escritos del poeta Stesicoro;
    de Amor, es decir, la palabra Roma si se lee de derecha a izquierda: la interpretación es del escritor bizantino Giovanni Lido, que vivió entre los siglos V y VI.

Símbolos
 
Escudo de Roma.

La descripción del Escudo de Roma está contenida en el primer artículo de los estatutos municipales:

    El emblema del municipio está constituido por un escudo de forma puntiaguda, de color púrpura, con cruz griega de oro, colocada arriba a la derecha, seguida de las letras mayúsculas de oro S. P. Q. R. dispuestas en banda y en escalado, coronado por ocho florones de oro, cinco de las cuales son visibles

Otros símbolos de Roma, aparte del escudo municipal, son la loba capitolina, estatua de bronce que representa a la legendaria loba que amamantó a los dos gemelos Rómulo y Remo; el Coliseo, el más grande anfiteatro del mundo romano, reconocido, en el 2007, como una de las siete maravillas del mundo moderno (la única en Europa); la Cupulota, la cúpula de la basílica de San Pedro en el Vaticano, que domina toda la ciudad y simboliza también al mundo cristiano. El águila imperial ―efigie militar― fue símbolo de la ciudad durante la antigüedad; también lo fue durante la Edad Media el león, animal emblemático de la supremacía.

El lema de la ciudad es SPQR, en latín Senatus PopulusQue Romanus (el Senado y el Pueblo de Roma), que en la antigüedad indicaba las dos clases que constituían a la sociedad romana, la de los patricios y la de los plebeyos.
Geografía física

Roma se encuentra en las riberas del río Tíber; la aldea originaria se desarrolló sobre las colinas que están frente a la curva de este río en la cual surge un promontorio de tierra conocido como la Isla Tiberina.

Territorio

Las siete colinas.

El territorio del municipio de Roma es amplio, habiendo absorbido áreas que habían estado abandonadas por siglos, en su mayoría plagadas de paludismo y poco aptas para la agricultura, áreas no pertenecientes a ningún municipio: se extiende sobre una superficie de 1285,31 km² y es el territorio ocupado por una ciudad más grande de Italia y uno de los más extensos en contraste con otras capitales de Europa. Roma gobierna un área que por sus dimensiones es tan grande como, aproximadamente, la suma de los territorios de Milán, Nápoles, Turín, Palermo, Génova, Bolonia, Florencia, Bari y Catania, y es superior a la de municipios como el de Nueva York, Moscú, Berlín, Madrid y París.


La densidad poblacional no es muy elevada, por la notable presencia de áreas verdes dispersas en todo su territorio: Roma representa un caso excepcional en el mundo occidental por la vastedad de áreas verdes que sirven de corona a la ciudad lo cual genera una compenetración entre ciudad y campo. Roma, además, es la ciudad italiana con el más alto número de municipios vecinos: 29 municipios italianos más el enclave de la Ciudad del Vaticano, sumando un total de 30 territorios limítrofes.

El territorio sobre el cual la ciudad ha surgido y sobre el cual se ha desarrollado tiene una historia geológicamente compleja: el substrato reciente está constituido por material piroclástico producido hace 0.6 a 0.3 millones de años atrás por los volcanes, hoy en día inactivos, ubicados en el área sudeste de la ciudad, el volcán Laziale que se encuentra en las actuales colinas Albanas, y al noreste, los montes Sabatinos. De estos depósitos se forma gran parte de las colinas que abundan en el territorio romano. Sucesivamente la actividad fluvial del Tíber y del Aniene contribuye a la erosión de los relieves y a la sedimentación, caracterizando aún más al terreno. Sísmicamente, Roma está clasificada como una zona 3 (sísmicamente baja), de acuerdo a la Ordenanza PCM n. 3274 del 20/03/2003.

El territorio de Roma, por lo tanto, presenta diversos paisajes naturales y características ambientales: algunos relieves montañosos y colinas (entre ellas las históricas siete colinas), las zonas forestales, el río Tíber y sus afluentes, las marranas o pequeños riachuelos típicos del paisaje urbano, los lagos como el lago de Bracciano y el lago de Martignano así como aquellos artificiales, una isla fluvial (la isla Tiberina), y la costa arenosa del balneario de Ostia, frente al mar Tirreno.

Orografía

El núcleo central y antiguo de la ciudad está constituido por las históricas Siete colinas de Roma: la Colina Palatina, el Aventino, el Capitolio, el Quirinal, el Viminal, el Esquilino y el Celio. La ciudad comprende también otros relieves, entre los cuales el monte Mario, el monte Antenne, el monte Brianzo, el monte de las Joyas, el monte Giordano, el Gianicolo, el Pincio, los montes Parioli, el monte Savello, el monte Sacro y el monte Verde.
Hidrografía


La ciudad, aparte del Tíber, está atravesada también de otro río, el Aniene, que confluye con el Tíber en la zona septentrional del territorio urbano. El municipio Roma XIII se encuentra frente al mar Tirreno (Roma es el municipio costero más grande de Europa, con alrededor de 20 km de costa[29]), el municipio Roma XX sobre los lagos de Bracciano y de Martignano (con su enclave de Polline Martignano, en el Parque natural regional del complejo lacustre Bracciano - Martignano).
Clima

De acuerdo a la clasificación climática de Köppen, Roma posee un Clima mediterráneo, o sea un clima templado de las latitudes medias, con veranos calientes, particularmente suave en el período de la primavera y en otoño.

Las estaciones más lluviosas son la primavera y el otoño, prevalentemente en los meses de noviembre y abril. El verano es caliente, húmedo y tendencialmente seco, mientras que el invierno es generalmente suave y lluvioso, pero con notables e improvistas bajas de temperatura, y raros fenómenos nevicosos de una cierta consistencia.[32] En general, el clima es frecuentemente ventilado, con una prevalencia de vientos septentrionales, como la tramontana y el grecale, y occidentales, como el maestrale, el libeccio y el ponentino, llamado así porque proviene de la zona ponente de la ciudad.

Altitud

La altitud de Roma es de 13 msnm (en la Piazza del Popolo) en lo más bajo hasta los 120 msnm en el monte Mario. El municipio de Roma tiene 1285 km².

Historia

Antigüedad


Roma fue fundada, según la tradición, por Rómulo y Remo, ambos amamantados por una loba, el 21 de abril de 753 a. C.


Previo a la fundación de la ciudad, y también en forma contemporánea a ello, Italia estaba habitada por distintos pueblos: los latinos, que ocupaban la llanura entre el río Tíber y los montes Albanos; el Tíber separaba a los umbros al Sur y los etruscos al norte, al este y sureste del Lacio se encontraba la cadena Apenina que sería el dominio de pastores nómadas emparentados entre sí: los sabinos, samnitas, marsos, volscos, campanos en Nápoles, ausones y oscos. Todavía más al sur, los lucanos y bruttios.

Roma tuvo un gobierno monárquico por un período de 244 años, con soberanos inicialmente de origen latino y sabino, y posteriormente etrusco. La tradición cuenta que hubo siete reyes: su fundador Rómulo, Numa Pompilio, Tulio Hostilio, Anco Marcio, Tarquinio Prisco, Servio Tulio y Tarquinio el Soberbio.

Expulsado de la ciudad el último rey etrusco e instaurada una república oligárquica en el 509 a. C., Roma inicia un periodo que se distingue por las luchas internas entre patricios y plebeyos y continuas guerras contras los otros pueblos de la Italia antigua: etruscos, latinos, volscos y ecuos. Convertida en la población más poderosa del Lazio, Roma lleva a cabo varias guerras (contra los galos, los oscos y la colonia griega de Tarento, aliados de Pirro, rey de Epiro) que le permitieron la conquista de la Península itálica, desde la zona central hasta la Magna Grecia.

El siglo III y el II a. C. estuvieron caracterizados por la conquista romana del Mediterráneo y del Oriente, debida a las tres guerras púnicas (264-146 a. C.) combatidas contra la ciudad de Cartago y a las tres guerras macedónicas (212-168 a. C.) contra el Reino de Macedonia. Fueron instituidas las primeras provincias romanas: Sicilia, Cerdeña, Hispania, Macedonia, Grecia (Acaia), África.

En la segunda mitad del siglo II y del siglo I a. C. se registraron numerosas revueltas, complots, guerras civiles y dictaduras: son los siglos en los que aparece en el panorama político y social Tiberio y Cayo Graco, así como Yugurta, Quinto Lutacio Cátulo, Cayo Mario, Lucio Cornelio Sila, Marco Emilio Lépido, Espartaco, Gneo Pompeyo, Marco Licinio Craso, Lucio Sergio Catilina, Marco Tulio Cicerón, Julio César y Augusto, quien, después de haber sido miembro del segundo triunvirato junto con Marco Antonio y Lépido, en 27 a. C. se convierte en princeps civitatis y le fue conferido el título de Augusto o emperador.

Recreación de la Roma imperial.

Instituido de facto el Imperio, que alcanzará su máxima expansión en el siglo II, bajo el mandato del emperador Trajano, Roma se confirmó como el caput mundi, es decir, la capital del mundo, expresión que se le había atribuido ya en el período republicano. El territorio del imperio, en efecto, se extendía desde el Océano Atlántico hasta el Golfo Pérsico, y desde la parte centro-septentrional de la Britannia (actual Gran Bretaña) hasta Egipto.


Los primeros siglos del Imperio, en los cuales gobernaron, además de Octavio Augusto, los emperadores de las dinastías Julio-Claudia, Flavia (a los que se debe la construcción del Coliseo, realmente llamado anfiteatro Flavio) y los Antoninos, estuvieron caracterizados también por la difusión de la religión cristiana, predicada en Judea por Jesucristo en la primera mitad del siglo I (bajo el mandato de Tiberio) y divulgada por sus apóstoles en gran parte del imperio.

En el siglo III, al acabarse la dinastía de los Severos, comenzó la crisis del principado, a la cual seguiría un período de anarquía militar.



Cuando asciende al poder Diocleciano (284), la situación de Roma era grave: los bárbaros asediaban las fronteras desde décadas atrás, las provincias estaban gobernadas por hombres corruptos, zonas enteras de las capitales habían sido destruidas. Para gestionar mejor el imperio, Diocleciano lo divide en dos partes: él se convierte en Augusto o emperador de la parte oriental (con residencia en Nicomedia) y nombra a Maximiano Augusto o emperador de la parte occidental, desplazando la residencia imperial a Mediolanum. El imperio se divide aún más con la creación de tetrarquía: los dos Augustos, de hecho, deberán nombrar dos Césares, a quienes confiaban la parte del territorio y que se convertirían, posteriormente, en los nuevos emperadores.

Un logro decisivo tiene lugar con Constantino, que, luego de numerosas luchas internas, centralizó nuevamente el poder y, con el edicto de Milán del año 313, permitiría la libertad de culto a los cristianos, empeñándose él mismo por darle fortaleza a la nueva religión. Hace construir diversas basílicas, consignó el poder civil sobre Roma al papa Silvestre I y fundó en la parte oriental del Imperio la nueva capital, Constantinopla, la actual Estambul.

El cristianismo se convierte en la religión oficial del Imperio gracias a un edicto emanado en el año 380 por Teodosio, quien fue el último emperador del imperio unificado: luego de su muerte, de hecho, sus hijos, Arcadio y Honorio, se dividieron el imperio. La capital del imperio romano de Occidente pasa a ser en el año 395 Milán y, poco después en el año 402 Rávena más fácil de defender ante el acoso visigodo.

El declive de la ciudad


Arco de Constantino El arco de Constantino, Roma (312-315), fue erigido para conmemorar la gran victoria de Constantino sobre Majencio, con la que se convirtió en el monarca absoluto del Imperio romano. Hoy se conservan tres arcos con cuatro columnas independientes, en los que destaca su elaborada ornamentación.Bridgeman Art Library, London/New York 

En el 410 d.C. y nuevamente en el año 455, las tribus germanas saquearon la ciudad. La invasión de los ostrogodos en el siglo VI, la siguiente reocupación bizantina y la destrucción asociada a estos movimientos contribuyeron a precipitar el declive y la reducción de la población. No obstante, la ciudad era la sede del papado y mantuvo cierto número de habitantes. Con el papa Gregorio I se pudo frenar por un tiempo esta decadencia, pero pronto se convertiría en campo de batalla; en el siglo IX la situación tocó fondo cuando los árabes atacaron los alrededores de la ciudad, incluso el territorio papal. Durante la edad media, los barrios edificados disminuyeron hasta que quedaron confinados a las orillas del Tíber, donde se disponía de agua. Sólo uno de los antiguos acueductos sigue hoy en funcionamiento.

Roma, que no jugaba ya un rol central en la administración del Imperio, fue saqueada por los visigodos comandados por Alarico (410); reconstruida y adornada profusamente con edificios sagrados construidos por los papas (con la colaboración de los emperadores), la ciudad sufrió un nuevo saqueo en el año 455, por parte de Genserico, rey de los vándalos. La reconstrucción de Roma fue dirigida por los papas León Magno (defensor Urbis por haber convencido a Atila, en el año 452, de no atacar Roma) y de su sucesor el Hilario, pero en el año 472 la ciudad fue saqueada por tercera vez (por obra de Ricimero y Anicio Olibrio).

La deposición de Rómulo Augústulo del 22 de agosto de 476 significó el final del imperio romano de occidente y, para los historiadores, el comienzo de la Edad media.

    Edad Media


Con el fin del Imperio Romano de Occidente, en Roma tiene lugar un período marcado por la presencia barbárica en Italia y, sobre todo, por la afirmación de la Iglesia en el poder (con el papa como jefe), que sustituyó al Imperio y derribó el puente que habría unido a la Antigüedad con el mundo nuevo.

Muchas luchas en el ámbito romano y europeo no permitieron la instauración de una estructura política constante en Roma, que pasó por tanto a través de distintas formas de gobierno: fue dominada primero por los Godos y sucesivamente por los Bizantinos. En este período fue llevada a cabo la creación de un ducado romano, cuyos límites correspondían, grosso modo, con la ciudad y el territorio que la rodeaba.

En el año 756, desaparecido definitivamente el rey longobardo Astolfo, Pipino el Breve, rey de los francos, cedió las tierras conquistadas al papa Esteban II, dando nacimiento al Patrimonium Sancti Petri, el Estado Pontificio, del cual Roma se convierte en capital.

La noche de Navidad del año 800, el papa León III corona emperador a Carlo Magno en la antigua Basílica de San Pedro, instituyéndose así el Imperio carolingio: Roma no fue la capital del mismo (ubicada en Aquisgrán), pero fungió como centro religioso del nuevo estado teocrático.
Fresco de Rafael representado al papa León IV.


Alrededor de la mitad del siglo IX, el papa León IV, después de la incursión sarracena de 846, hace fortificar la Civitas Leonina (que correspondía con la actual Ciudad del Vaticano), confirmando el poder político asumido por los pontífices, que eran protegidos por las familias nobles. Aunque estas fortificaron sus casas, hasta convertirlas en auténticos castillos: es el período comprendido entre los años 1100 y 1200, período en el cual Roma estrechó sus relaciones con las comunidades asentadas en sus cercanías.

A mediados del siglo XII los ciudadanos romanos instauraron el Municipio Consular (que se asentó en la cima del Campidoglio), rival de la autoridad papal y de la autonomía de los nobles; en este período Roma se abastece de nuevos y eficientes sistemas de defensa.[58]

La Edad Media, además, se caracterizó por las luchas entre las familias nobles ligadas a los papas y aquellas ligadas al extinto imperio, que frenaron el desarrollo del área central de la ciudad hasta el siglo XVI. Roma, centro político del mundo gracias al poderío de los papas, se confirmó como ciudad pontificia cuando Bonifacio VIII, en 1300, proclamó el primer Jubileo (evento que reunió en la ciudad alrededor de dos millones de peregrinos); el mismo pontífice, tres años después fundó la Universidad de Roma "La Sapienza".

Pero cuando en 1309 el papa Clemente V se retiró a Aviñón, Roma fue gobernada por las familias nobles en continua lucha recíproca: la ciudad sufrió una involución, y en el siglo XV registraba apenas 20 000 habitantes.

La radical transformación de la Roma medieval fue iniciada por el papa Nicolás V, que decidió realizar ex novo el nuevo centro de Roma, el centro de la fe cristiana, distinto del centro pagano de la Roma antigua. Abandonó Letrán y concibió la idea de la construcción de la nueva Basílica de San Pedro: desde ese momento, durante casi cuatro siglos, Roma estuvo bajo el completo dominio de los papas.

Edad moderna


Después de la reforma luterana (1517) y al saqueo de Roma por parte de Carlos V (1527), tuvo lugar el Concilio de Trento, culminado en 1563, que confirmó a Roma como capital del Estado Pontificio, aunque si desde aquel momento la figura del papa disminuye sus influencias sobre la política europea.

El período sucesivo al Concilio de Trento estuvo caracterizado por una renovación urbanística de la ciudad: los nobles y las familias cardinalicias poderosas abandonaron sus palacios en el centro para construirse nuevas moradas sobre las colinas; pero el verdadero artífice de la gran obra de modernización arquitectónica, cultural y económica de la ciudad de Roma, fue el papa Sixto V, pontífice solamente por cinco años (1585-1590). En 1626 fue inaugurada la nueva basílica de San Pedro, emblema del dominio papal.

Este dominio papal fue interrumpido solamente un siglo y medio después, cuando el 15 de febrero de 1798 fue proclamada la República Romana y fue depuesto el papa Pío VI.[65] La nueva forma de gobierno duró solamente un año, entre el descontento general del clero y de los romanos, pero con el ascenso al poder de Napoleón Bonaparte, Roma pasó a formar parte del Primer Imperio francés (1808). El mismo Napoleón encargó al artista Antonio Canova que modernizará a la antigua capital imperial: bajo orden del emperador francés, además, comenzaron las excavaciones arqueológicas (en particular en el Foro Romano) guiadas por el francés Antoine Chrysostome Quatremère de Quincy.


La era napoleónica se concluyó con una serie de encuentros bélicos decisivos, entre ellos la batalla de Leipzig (1813) y la Batalla de Waterloo (1815): Roma fue tomada por Murat (en noviembre de 1813), pero el 11 de abril de 1814 Napoleón liberó al papa Pio VII, hasta entonces encerrado en prisión por los franceses: el pontífice regresa a Roma, imponiendo de nuevo en la capital el dominio papal y devolviendo el entusiasmo a la gente



Composición étnica y minorías extranjeras

Roma es el municipio italiano con el mayor número de residentes extranjeros: al 31 de diciembre de 2009 eran en total 268 996, provenientes de 182 países distintos (entre los cuales 9 de ellos son ciudadanos del Vaticano), casi el 10 % del total de la población. Los inmigrantes más numerosos en Roma son: los rumanos (65 099), los filipinos (26 933), los polacos (12 679), los bangladesíes (12 154), los peruanos (10 530), los chinos (10 283), los ucranianos (9622), los ecuatorianos (7279), los egipcios (6679) y los ceilandeses (5788).
Idiomas y dialectos


El latín fue la primera lengua de Roma; sufrió la misma evolución y trasformación que la ciudad: primero solo era hablado en la Urbe (con pocas variedades dialectales, por ejemplo, en Falerii y Palestrina), sufrió una influencia del etrusco y sobre todo del griego. Sucesivamente el latín siguió la expansión de Roma por la península italiana y en todo el Imperio, hasta sufrir, junto con la institución política, una fase de decadencia. En la época medieval se confirmó como lengua oficial de la Iglesia de Roma y como «la lengua culta e internacional de la Europa occidental».

El idioma utilizado comúnmente por la población, además del italiano que es la lengua oficial de Italia, es el romanesco, considerado un dialecto en la tradición filológica italiana, que, como la mayor parte de los dialectos italianos, no tiene ningún carácter oficial. Se formó en la Edad Media, originalmente era afín a los dialectos meridionales, para luego sufrir una influencia del florentino durante el Renacimiento, que lo hizo más similar al modo de hablar propio de la Toscana.

El romanesco, como todas las lenguas, ha evolucionado con el tiempo (Giuseppe Gioachino Belli, en la primera mitad del siglo XIX, usa formas lingüísticas que no eran utilizadas por Trilussa a principios del siglo XX), y desde comienzo del siglo XX se ha difundido también en otras zonas de Lazio, como consecuencia del crecimiento demográfico.

Entre las mayores creaciones literarias en dialecto romanesco son notables los poetas ya citados Gioachino Belli y Trilussa, aunque también Cesare Pascarella. Muchos actores han contribuido y contribuyen a la expresión teatral y cinematográfica del romanesco moderno: entre estos, Aldo Fabrizi, Alberto Sordi, Nino Manfredi, Gina Lollobrigida, Anna Magnani, Gigi Proietti, Gabriella Ferri, Enrico Montesano y Carlo Verdone.
Religión

    Virgilio deja [aquí] entrever una percepción de Roma como espacio «eternamente» sagrado, elegido ya por los dioses en aquella era mítica casi impensable, «antes de que Roma fuese Roma».


No obstante los orígenes indoeuropeos, la religión romana, ligada a la historia y a las tradiciones de la ciudad desde sus orígenes, presenta características propias, debidas a la mentalidad histórica, jurídica y política típica de la sociedad romana.

Las divinidades, a diferencia de las griegas, no tenían una existencia autónoma; la religión no estaba circunscrita a los mitos o las reflexiones teológicas, sino que era un instrumentum regni: ya desde la fase arcaica de la historia romana, de hecho, las instituciones religiosas no eran distintas de las políticas.


Al lado de las divinidades principales (Júpiter, Juno, Minerva, Vesta, Marte), había algunos espíritus protectores antropomorfizados. La religión romana se caracterizaba también por un ciclo de fiestas anuales, ligado exclusivamente a la ciudad de Roma; sin embargo, con la expansión del Imperio, se difundieron en Roma numerosas nuevas religiones y cultos mistéricos, provenientes sobre todo de Oriente.

En el siglo I, como sucede en los centros más importantes del Imperio, se difunde rápidamente también el cristianismo: inicialmente considerado una secta judáica, los cristianos, pertenecientes a todos los estratos de la sociedad, tenían su propia organización (la Iglesia, asamblea de Dios), con un obispo como jefe (posteriormente llamado «papa»), de los cuales se considera fue el primero el apóstol Pedro.

Luego del Edicto de Milán del año 313 y del edicto de Tesalónica del año 380, el cristianismo se confirmó como la religión del estado y la Iglesia de Roma estableció una relación con las instituciones políticas que caracterizó a los siglos sucesivos.

Roma, durante siglos destino de peregrinaje de numerosos fieles, es sede de la diócesis homónima y alberga en su interior al estado de la Ciudad del Vaticano, gobernado por el obispo de Roma, que por tradiciones de la misma iglesia es siempre el obispo reinante. Más allá del catolicismo, en Roma están difundidas el islamismo y algunos otros cultos cristianos; en la ciudad, además, desde la tardía edad republicana se halla una abundante comunidad hebráica.

Capital nacional

Una vez que la ciudad se hubo convertido en la capital de la Italia unificada en 1871, se inició un periodo de gran florecimiento y de construcción de nuevos distritos. A principios del siglo XX se había unificado toda el área dentro de las antiguas murallas y la ciudad empezó a expandirse hacia las afueras. Para prevenir su desbordamiento, se construyeron grandes presas a lo largo del río Tíber. La dictadura de Benito Mussolini (1922-1943) estuvo marcada por la destrucción de antiguos barrios y el desarrollo de pomposos proyectos, tales como la Via del Impero (hoy Via dei Fori Imperiali). 

En 1929, el Vaticano pasó a ser un enclave papal independiente. Roma, declarada ‘ciudad abierta’ durante la II Guerra Mundial, no recibió serios bombardeos. El crecimiento en el periodo de posguerra siguió un ritmo rápido y hoy nuevas zonas residenciales se extienden hasta el campo. En la actualidad, no sólo es la capital y el centro político y administrativo de Italia, sino también sede de la Iglesia católica, de importantes agencias internacionales y empresas multinacionales, por lo que ha adquirido una importancia mundial. Población (según estimaciones para 2012), 2 796 102 habitantes.


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Bibliografia:

www.wikipedia.org
www.libros.conaliteg.gob.mx
Enciclopedia Microsoft® Encarta® 2003. © 1993-2002 Microsoft Corporation.
 www.fotolia.com
Nueva Enciclopedia Tematica Grolier 2012
https://www.ecured.cu 


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